miércoles, 9 de julio de 2008

Agrupado en mi memoria

Todo quedó agrupado en su memoria, el día de sol, el arrayán, la playa.

También Inés.

Las tardes paseadas por la ladera de la montaña roja hasta tocar el cielo con la mano, ese cielo inventado, impredecible, que llenaba de nubes el fondo misterioso de aquel lago, y luego las llamaba, y subían medrosas hasta la superficie llana. Luego él las deshacía, las rompía con su cuerpo al sumergirse en busca de otras nubes, de otros cielos que habían quedado ocultos en el fondo.

Y al emerger volvía a nacer de nuevo, y era otro hombre, y se inventaba historias que se contaba para no estar solo.

Pero la soledad vino a buscarle, era insistente en su amor que él sentía como un lastre.

No estaba Inés.

No estaba la dulzura, ni el suave aletear de sus pestañas. Ese mundo se hallaba ya muy lejos, inalcanzable, lejano, prometido.

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