sábado, 6 de diciembre de 2008

¿Una despedida?

En el Ave de vuelta a Barcelona, estuve pensando en todo lo que me había pasado a partir de la muerte de Clara Ochoa. Me sentía traicionada. Había dado voz a una mentira. Y eso martilleaba en mi cabeza ¿Cuáles debieron ser los sentimientos de Clara Ochoa en realidad? ¿Qué escribió en las páginas arrancadas del diario que encontramos junto al cadáver Encarna y yo? Ahora ya no estoy segura de que las cartas que me fueron enviadas las transcribieran.
¿Por qué me necesitaban a mí? No, eso sí lo sé, para mantener la ilusión de una Clara Ochoa viva. Yo estaba esperando su secreto, ese gran secreto que prometió revelarme al final. Ya nunca lo sabré, mejor dicho, lo sabremos. Es evidente que no existía, que solo era el anzuelo donde engancharme. Y me enganchó.
La realidad es mucho más hermosa, esa historia de amor entre Cristóbal Zaro y Juana Aguilar ¡cuanta generosidad en esas dos vidas!
En fin, sobre el caso Ochoa no puedo hablar porque está bajo secreto de sumario, así que me he quedado sin nada. Había pensado cerrar el blog, porque estoy ya muy metida en mi nuevo libro y necesito toda mi cabeza, todo mi tiempo, pero no lo haré. Dejaré la historia colgada en la red y cuando se levante el secreto de sumario o yo conozca alguna novedad que pueda transmitiros, lo haré, venidme a visitar de vez en cuando.
Siento este final, que nada tiene que ver con el que imaginé y os trasladé a vosotros el primer día, pero mi poder solo funciona en mis novelas, yo domino ese mundo, pero la realidad no admite dominios y se desarrolla según el libre albedrío.
Lo cierto es que ha sido una experiencia insólita que he disfrutado más de lo que nunca pensé hacerlo. Una pequeña comunidad de personas unidas alrededor de una historia.
Gracias por vuestra compañía. Aprovecho para desearos un 2009 donde puedan llenarse de amor los corazones y ahuyentar la violencia de nuestra vida.